APRENDER de las ESCUELAS
La escuela “Santísima Trinidad” está ubicada en la localidad de Colonia Alicia, departamento 25 de mayo, provincia de Misiones, a un kilómetro del Río Uruguay, límite con Brasil. Se trata de una localidad rural dedicada netamente a la producción agropecuaria: tabaco, maíz, soja, mandioca, leche y frutas tropicales son algunos de los productos característicos de la zona.
En el municipio de Colonia Aurora, al que pertenece Colonia Alicia, hay 7.744 habitantes (Censo 2010). Catorce por ciento de los hogares presentan al menos de un indicador de Necesidades Básica Insatisfechas. Gracias a mejoras en la infraestructura de caminos y rutas, el municipio creció en los últimos años, aunque aún hay algunos servicios como el saneamiento del agua y el acceso a Internet que aún son deficitarios.
”Santísima Trinidad” es una escuela secundaria técnica con la orientación Bachiller Agro en Alternancia a la que asisten 168 alumnos (2014), la mayoría de ellos hijos de pequeños y medianos productores locales. Funciona con un régimen de alternancia: los alumnos permanecen dos semanas en la escuela, y luego dos semanas en sus casas. Pero en la escuela hay clases durante todo el ciclo lectivo: los alumnos de los primeros años rotan con los de los últimos.
Comenzó a funcionar recientemente, en 2005, a raíz de un proyecto realizado por alumnos del último año de una Escuela de la Familia Agrícola (ver apartado siguiente) de la localidad vecina de El Soberbio, que detectó la necesidad de crear una escuela secundaria con esta modalidad en la localidad de Colonia Alicia, que permitiera a los pequeños y medianos productores brindar a sus hijos una educación sensible a las características de su medio socio-profesional. Comenzó funcionando en el predio de una escuela de la localidad de 25 de mayo, luego en el tinglado municipal y, desde 2007, cuenta con un predio propio, en el que poco a poco se fueron construyendo los edificios que hoy son sede de este proyecto educativo. Un rápido examen de los edificios permite observar una amplia infraestructura construida en distintas etapas, y en cada caso se observan indicios de la austeridad propia de una construcción que fue realizada poco a poco gracias a los esfuerzos de toda la comunidad educativa. La escuela cuenta hoy con un laboratorio de microbiología, una panadería, una sala de industrias, dos albergues, una carpintería, un comedor, una biblioteca, un playón deportivo y una sala de informática, entre otros espacios.
Para entender el trabajo de la escuela “Santísima Trinidad” es necesario primero introducirse en el modelo de las Escuelas de Familia Agrícola, que ya son más de 20 en la provincia de Misiones.
Las EFA son escuelas secundarias rurales que surgen en Francia en 1935, a raíz de una preocupación por la escasez de alternativas educativas para jóvenes del medio rural. Deben su nombre al hecho de que son gobernadas a través de un modelo de co-gestión del que participan las familias de los alumnos y los directivos de la escuela: al inscribir a sus hijos en la escuela, los padres pasan a formar parte de la asociación civil que la gobierna. Nacen con una propuesta educativa que busca mantener a los jóvenes en el medio rural y ofrecerles una formación técnica integral que les permita trabajar profesionalmente en actividades necesarias para su comunidad.
Para dar cauce a este modelo, trabajan con la pedagogía de la alternancia. Esto implica un régimen de organización temporal-espacial particular: los alumnos permanecen 15 días en la escuela con un régimen de internado, y 15 días en sus casas, donde deben realizar ciertas tareas que involucran a sus padres y familiares como agentes activos de la enseñanza.
Pero, además de esta organización específica, la alternancia implica también un conjunto de dispositivos pedagógicos característicos de la modalidad: el “Plan de búsqueda”, las visitas del coordinador pedagógico y el boletín de comunicación. A través del primero, los alumnos investigan su propia realidad: “son permanentes científicos; cuando se van a la casa no se van de vacaciones, siguen con la investigación de su propio medio, tienen un plan de búsqueda que los guía en este proceso,” explica un docente. Además, durante el período en que están en sus hogares, reciben la visita del coordinador pedagógico, cuya función es seguir de cerca el progreso educativo del alumno, hablar con la familia y comentar sobre él, dando cuenta de sus logros y de aquello en lo que debe mejorar. Por otra parte, en estas visitas los coordinadores se informan sobre el entorno social y afectivo de los alumnos, para luego trabajar sobre ello si lo considera necesario. Finalmente, a través del boletín de comunicación, la escuela mantiene una comunicación constante con las familias. En palabras del director, este sistema “permite una formación continua en una discontinuidad de espacios y momentos”.
La especial organización de las EFA también tiene implicancias en la organización del trabajo docente. Dado que el régimen de alternancia puede resultar difícil para los alumnos, se ideó un sistema que apunta a favorecer la contención de los jóvenes. La planta docente está compuesta por 22 docentes, de los cuales 15 trabajan como “monitores”, una figura profesional que es propia de este tipo de escuelas. Se trata de docentes de dedicación exclusiva que, periódicamente, realizan “permanencias” en la escuela: permanecen con los estudiantes y se hacen cargo de todo durante un día. Hacen cumplir los horarios, se ocupan de la comida, de que se realicen las actividades en los distintos entornos de aprendizaje (a través de los cuales docentes y alumnos limpian y mantienen el edificio de la escuela), y de acompañar a cada uno de los grupos (mujeres y varones). A su vez, son quienes realizan las tutorías de los alumnos. Cada uno tiene asignado un curso y tiene la responsabilidad de acompañarlos más de cerca que al resto, identificando dificultades socio-afectivas o de aprendizaje e implementando estrategias para superarlas. Todo este proceso queda registrado en las actas de tutorías. Cada coordinación pedagógica acompaña a los alumnos desde primer año hasta su egreso de la EFA.
En la Argentina, las EFA existen desde los años ’70, cuando se fundó la primera en la provincia de Santa Fe. En el año1986 llegan a Misiones. Si bien son escuelas gestionadas por privados (padres de alumnos), al tener un fuerte mandato social, la provincia de Misiones cubre todos sus salarios docentes y parte del gasto en alimentación, con lo cual los padres solo deben abonar una suma mínima como cuota alimentaria. Además, han sido reconocidas bajo el paraguas del Instituto Nacional de Educación Técnica (INET), a través del cual reciben fondos para Planes de Mejora Institucionales y para la ejecución de proyectos específicos.
La misión que define el trabajo de las EFA es la de formar integralmente a personas que puedan constituirse como agentes de cambio en sus propios medios socio-profesionales. Su compromiso no es solo con la educación de sus alumnos, sino también con el desarrollo de sus medios locales.
Su oferta formativa está pensada para profesionalizar el trabajo en el medio rural: los alumnos que egresan del nivel secundario lo hacen como Bachilleres en Agro en Alternancia, orientados en apicultura, porcinicultura, carpintería, panadería o electricidad. Para formar en cada una de estas especialidades, la escuela cuenta con equipamiento de primer nivel y con profesionales técnicos o universitarios expertos en cada una de estas áreas. Su claustro docente está conformado en su mayoría por profesionales universitarios especialistas en cada una de las áreas de enseñanza.
Este compromiso con el desarrollo rural también se manifiesta en el hecho de que cada alumno tiene un plan de formación articulado con su medio socio-profesional. Se trabaja con ejes temáticos anuales, articulados con los contenidos del currículum oficial. El primer año se trabaja con la familia, más adelante con otras instituciones sociales, entre otras cuestiones. Cada alumno finaliza el 5to año con la construcción de un proyecto de vida y orientación profesional, pensado en función de sus intereses y las características del medio socio-profesional en el que el alumno quiere desarrollarse.
“Cuando egresan, muchos se quedan en su medio como agentes de cambio, se siguen formando o comienzan a trabajar e introducir mejoras en las prácticas productivas de su zona”, explica el director, dando testimonio de las formas concretas en que la escuela incide sobre su entorno local.
El trabajo de la escuela en este sentido va más allá de su proyecto de educación secundaria. Existen también ofertas de formación profesional para adultos (diseñadas en función de las necesidades locales), y se está trabajando con un grupo de 23 productores locales en estrategias para la mejora de la producción. Además, la escuela ha logrado convertirse en entidad ejecutora de fondos del Banco Interamericano de Desarrollo para el desarrollo local, con los cuales, entre otros proyectos, producirán plantines para la reforestación del monte de la zona.
Así, la escuela es una institución de la comunidad y para la comunidad. Las familias de la escuela, que se comprometen desde el primer día a formar parte de la asociación de padres que gobierna la escuela, trabajan codo a codo con el equipo directivo y docente para ir cumpliendo los objetivos que juntos se proponen.
Se da en la escuela lo que el proyecto INCLUD-ED llamó “participación decisoria” de las familias, dado que participan en los procesos de toma de decisiones y supervisan el rendimiento de cuentas de la escuela al llevar adelante toda su administración. El mismo proyecto halló que, junto con la participación “evaluativa” y la “educativa”, la participación decisoria incide favorablemente en los aprendizajes de los alumnos. Esto tiene que ver con que “la participación de la familia y de la comunidad en la toma de decisiones y en los procesos de evaluación permite a los centros escolares asegurarse de que las altas expectativas y una educación de calidad sean prioridades fundamentales” en la escuela.
En tan solo 9 años de historia, la escuela ha logrado construir y equipar un edificio propio con aulas, oficina, biblioteca y comedor, un laboratorio de microbiología, una panadería, una sala de industrias, albergues para los estudiantes, una sala de carpintería, una sala de informática, un playón deportivo con cerco perimetral, una sala de herramientas; y ha adquirido un tractor, dos motoguadañas y otros equipos para la práctica del trabajo agrícola.
La historia de cada uno de estos logros da cuenta del enorme esfuerzo de gestión que padres y directivos vienen realizando desde el comienzo. Se han alcanzado a través de donaciones que se han conseguido, fondos de Programas con los que han sido beneficiados, o créditos que han trabajado para conseguir. Mucho se ha construido gracias a los fondos de Planes de Mejora Institucional, al punto de que “Santísima Trinidad” es la EFA que más fondos PMI ha ejecutado, lo que da cuenta de una gestión en constante movimiento por alcanzar los objetivos que se van planteando.
“Me siento seguro con lo que aprendo en esta escuela. Sé que me va a ayudar a tener un futuro mejor para poder trabajar sin necesidad de hacer un curso después a último momento.”
Aquí, aparece como fundamental el rol de apoyo que brinda la comisión de padres a la gestión del director. Contando con el apoyo de un equipo de personas comprometidas con el desarrollo de la escuela (los padres) que se ocupan de la administración de los recursos financieros, la representación legal de la escuela y la recaudación de fondos; el director logra dedicar buena parte de su tiempo a tareas de gestión pedagógica, que resuelve junto a su equipo de docentes, sin descuidar el alcance de objetivos relacionados con la infraestructura o la representación de la escuela.
“Hemos logrado no superponer roles. Los padres tienen un rol más de contención en lo que es la administración de recursos y la gestión de donaciones. También participan cuando convocamos a reuniones para tratar distintos temas, que pueden ser pedagógicos. Además, ellos deben aprobar un reglamento institucional de convivencia que construimos en conjunto entre docentes, alumnos referentes y padres,” explica el director.
Otro de los espacios que fortalecen la gestión de esta escuela es el trabajo en red con otras escuelas de la modalidad EFA. Existe un consejo de rectores que periódicamente se reúne para trabajar temas comunes: “trabajamos problemáticas específicas de las EFA, socializamos los temas que nos preocupan, contamos con asesoramiento jurídico especializado externo para evacuar dudas. Y últimamente se está haciendo capacitación sobre algunos temas: yo he presentado mi tesis sobre liderazgo, por ejemplo,” explica el director.
El equipo docente y directivo de esta escuela es consciente de la importancia de reflexionar sobre la práctica educativa en equipo, para asegurarse de estar siempre guiándose por criterios pedagógicos en la toma de decisiones. Cada dos semanas, el equipo de profesores de dedicación exclusiva se reúne con este propósito, y aprovechan para coordinar la enseñanza y reflexionar sobre los emergentes del momento. Una de las reglas de estos espacios es la deliberación y el diálogo: “En esta EFA la información fluye; es un ambiente familias. El rector no tiene ni la primera ni la última palabra,” cuentan los docentes. Y el director agrega: “Para nosotros, la reunión de equipo es sagrada. Lo que acordamos ahí, lo cumplimos. Lo hacemos porque lo hemos acordado. Hay mucho profesionalismo en nuestros docentes.”El tema central de estas reuniones, cuentan sus protagonistas, es siempre el alumno.
A su vez, desde la dirección se creó un sistema de coaching con los docentes, a través del cual se trabaja con sus debilidades y sus potencialidades en el contexto de reuniones de intercambio de ideas y proyectos con estrategias para la mejora. En palabras del director “esto ayuda mucho a la motivación de los colegas”, y así lo confirman los docentes en sus testimonios. Agregan que el sistema de coaching no es solamente una formalidad: de hecho, el predio de la escuela, explican, “está diseñado para el encuentro permanente: con las instalaciones en forma de U, nos vemos el rostro todo el día, nos encontramos siempre. Hablamos en el pasillo, en la sala de profesores, donde sea.”
También, desde 2013, trabajan con un proyecto de evaluación institucional cuyos resultados son insumos clave de las reflexiones pedagógicas que realizan en conjunto. Entre otros mecanismos, el proyecto contempla una instancia de evaluación social donde participan la coordinación pedagógica y los profesores de cada área. Todos los docentes trabajan dos horas en esta instancia, alumno por alumno, teniendo en cuenta criterios acordados institucionalmente. Al respecto, el director aclara: “la exigencia es la misma, no la bajamos. Solamente que este proyecto de evaluación institucional nos ha dado algunas pautas para la mejora de los aprendizajes de los chicos, y para revisar nuestras prácticas educativas. Está encarado para que el docente pueda revisar sus prácticas”.
La seriedad y el compromiso del trabajo que se lleva a cabo en la EFA se ven reflejados en los resultados que los alumnos obtienen tanto durante su paso por la escuela como una vez que la terminan.
“Nuestros egresados nos demuestran que estamos haciendo las cosas bastante bien”, cuenta el director: “tenemos más de 120 egresados en 7 promociones, de los cuales muchos son profesionales, están trabajando en su propio medio”.Los mismos egresados se acercan a la escuela para contarles sobre su desempeño en las carreras terciarias o universitarias que eligen y eso es un motivo de orgullo para el equipo. También presentan muy buenos indicadores de trayectoria educativa: en el ciclo básico tenemos el 5% de repitencia, y en el ciclo orientado llega a cero. “Es bajísimo por toda la contención que representa la pedagogía en sí”, explica una de las docentes.
También perciben los frutos del trabajo en el plano más cualitativo: “lo que yo percibo es que adoran estar en la escuela. Se los ve contentos, se ríen, socializan, se integran. En la zona rural las casas están muy separadas entre sí. En la escuela crecen juntos, comparten experiencias, actividades y estudios”, sostiene el director. Y así lo confirman los testimonios de los alumnos: uno de ellos expresa “acá entre todos los alumnos formamos una nueva familia y compartimos lindos momentos; esta es nuestra segunda casa.” También muestran la importancia del cuidado de la convivencia en la escuela. Uno de ellos afirma que “lo que más me gusta de esta escuela son mis compañeros, porque ellos me hacen pensar que yo debo seguir estudiando para tener un futuro mejor”. Otro de ellos expresa: “Me siento seguro con lo que aprendo en esta escuela. Sé que me va a ayudar a tener un futuro mejor para poder trabajar sin necesidad de hacer un curso después a último momento.”
La Escuela de la Familia Agrícola “Santísima Trinidad” es un ejemplo más de cómo el profesionalismo, el compromiso con los aprendizajes y la gestión estratégica llevan a las escuelas a superarse día a día. Es también un caso para reflexionar sobre la importancia de llevar adelante un proyecto pedagógico con identidad propia: objetivos claros, consensos construidos y dinámicas propias de trabajo en equipo. Sin dudas, es una escuela de la que vale la pena aprender.