Qué nos inspira

Escuelas

Una historia de mejora escolar en City Bell

En la Escuela Primaria N° 117 Luis Piedrabuena, la matrícula escolar comenzó a decaer a partir de la crisis de 2001. La población se fue tornando cada vez menos heterogénea y más parecida entre sí, a la vez que fueron aumentando las situaciones cotidianas que expresaban una ausencia de normas y acuerdos compartidos: “Una hora de clase era una locura. Estaba la campana colgada en la galería. Cualquier chico que salía a cualquier hora tocaba la campana y salían todos. En ese contexto, pensar en atención y trabajo áulico era muy difícil. Entraban a las ocho y a las nueve menos diez era el primer recreo: en ese período, habían salido más o menos cuatro veces porque alguien que se escapaba de la clase había tocado la campana. En ese contexto, ¿qué clase dábamos? Era imposible,” relataba su directora, María Eugenia Muñoz.

A partir de esta situación, el equipo docente, liderado por María Eugenia, decidió replantearse el proyecto institucional. “A fin de ese año nos dijimos: con estos chicos no llegamos a ningún lado si no los atrapamos con una propuesta movilizadora, proactiva, un incentivo para los chicos, que posea como pata fundamental la producción cultural. Una maqueta, una lámina, una obra de teatro, una canción: algo en lo que ellos puedan visualizar y mostrar qué es lo que están aprendiendo,” explicaba María Eugenia. Así, la escuela puso en marcha el proyecto institucional titulado “La escuela como transformadora y productora de cambios culturales”, que redefinió parámetros de la organización escolar (como los tiempos y los espacios), del trabajo docente, de la propuesta didáctica y de las prácticas de evaluación. Uno de los cambios más salientes fue el trabajo por áreas desde primer grado: “Hay una maestra para el primer ciclo de matemática, otra de prácticas del lenguaje, y otras tres para segundo ciclo. Las aulas son “aula-taller de matemática”, “aula-taller de ciencias”. Comenzamos a trabajar por proyectos en los talleres de las áreas, con la intención de articular interdisciplinariamente las diferentes asignaturas del nivel. Por ejemplo, en el aula-taller de ciencias se desarrolla un proyecto de óptica que incorpora contenidos de matemática, lengua, ciencias naturales, inglés, dibujo, etcétera, en torno de un producto final a ser alcanzado: la feria de ciencias”, contaba la directora.

Foto: Revista El Monitor

Como resultado, la escuela Luis Piedrabuena logró mejorar su clima institucional, el rendimiento escolar de los alumnos, la actitud de los docentes, la participación de los padres y la vinculación con la comunidad. También disminuyó el ausentismo docente y el de los alumnos. En palabras de María Eugenia: “se logró la formación de equipos de trabajo y se instaló el trabajo interdisciplinario. El criterio de evaluación es integral y corresponsable. Apareció también el concepto de autoevaluación docente con una impronta muy fuerte en el diagnóstico institucional realizado en septiembre. Se ha establecido una comunicación positiva con los alumnos, quienes ven en la escuela un ámbito donde se los escucha y se procede teniendo en cuenta lo que tienen para decir”.

Para más información, sugerimos leer el artículo completo en la revista El Monitor haciendo clic aquí.

Fuente: Revista El Monitor